Leer es un acto vocacional, casi de resistencia, de alma irreductible y en el camino que vas trazando con esa voluntad heroica, intentas cruzarte con novelas que te gusten, que te inspiren o te despierten algún tipo de emoción. No siempre se consigue, es cierto, pero esta vez yo me he enamorado y eso hacía tiempo que no me sucedía. «Cuidar de ella» es una novela colosal, magnífica, brillante, de una imaginación desbordante, con aire de clásico, de literatura en mayúsculas, esa literatura que trasciende a todas las épocas y, seguramente, a sus propios autores; esas manos que las escribieron y esas cabezas que las pensaron construyéndolas desde la nada, desde lo invisible a lo palmario. En este caso, las manos y la cabeza de Jean-Baptiste Andrea, nacido en Saint-Germain-en-Laye en 1971.
El estilo de Jean-Baptiste Andrea es una delicia, trufado de sensibilidad, elegancia y lirismo, capaz de evocar estampas tan plásticas y hermosas como la de Roma bajo la nieve, pero a la vez directo y en ocasiones algo brusco. La historia se desliza lentamente, con una cadencia hechizante, sobre las calles de Pietra d’Alba, el precioso pueblo de la Liguria que es el centro de la novela. Allí viven Mimo Vitaliani y Viola Orsini y desde ese lugar se va desgranando su historia de amor platónico y fraternal, un amor que no puede ser de otra manera. Él es un enano con un talento innato para la escultura que crece y prospera a la sombra de la poderosa familia Orsini, aunque eso sea perjudicial en ocasiones. Ella es una aristócrata que quiere volar en el sentido físico y figurado del verbo, incapaz de resignarse al papel de esposa que le ha sido asignado desde la alta cuna. Mimo y Viola se distancian a menudo, pero siempre acaban reencontrándose en algún punto del camino. Los dos protagonistas permanecen acompañados por una larga caterva de personajes secundarios: Vittorio, Anna, Emmanuel, Stefano o Francesco. Y como telón de fondo, la historia de Italia en el siglo XX, partiendo de la Primera Guerra Mundial hasta la modernidad de los años ochenta, asistiendo entre medias al nacimiento, auge y caída del fascismo de Mussolini, la Segunda Guerra Mundial y la posterior reconstrucción de Europa.
Con «Cuidar de ella», su cuarta novela, Jean-Baptiste Andrea ganó el Premio Goncourt en noviembre de 2023. Un premio de la literatura francesa que tiene una dotación económica de 10 euros y que siempre acierta; un premio tan diferente a otros mucho más tramposos que se otorgan aquí a obra inédita y de los que he aprendido a huir buscando la salvación lectora porque son algo terrorífico. Ya viví otra fascinación francesa con otro Premio Goncourt, el que ganó Mohamed Mbougar Sarr con «La más recóndita memoria de los hombres» en 2021. Eso sí que es literatura de verdad.
El final es redondo, sobrecogedor. Cierro la contraportada del libro y me entrego a ciegas porque me niego a pensar que Mimo, Viola y el resto de personajes me quieran abandonar. Sé que no lo harán, es más, me quedo a vivir con ellos en Pietra d’Alba. De la misma manera que Mimo «cuida de ella», yo cuidaré de esta novela.