La saragata

30 MAR

LLUVIA Y MÁS LLUVIA

Por Josep Salvia Vidal
LLUVIA Y MÁS LLUVIA

Sí, lo confieso: me he mojado entero leyendo esta novela. Me ha calado profundo la lluvia hasta alcanzar el tuétano y me ha salpicado el mar, con sus olas salvajes, terribles y bellísimas al mismo tiempo, alcanzando hasta mi casa, en Bellvís, un pueblo cercano a Lleida, tierra adentro, que tan lejos queda de Cantabria, y que no tiene playa ni río. Bueno, a decir verdad río sí tiene, pero pasa muy lejos de las casas. El tramo urbano de mi pueblo solo lo cruza un canal, aunque los canales no cuentan porque son ríos sin alma. El caso es que he leído «Calabobos» empapándome entero. Al pasar las páginas, este libro deja un delicado rastro de coronas de agua.

 

Calabobos es mucho más que una novela, es un mundo entero, un paisaje único donde habitan la Mujer Osa, el Hombre Pez, la Monuca que nace ciega, la Guajona que duerme bajo tierra, mujeres que amamantan cachorros de perro y hombres que destripan vacas. Pero sobre todo, es la historia de gente permanentemente mojada que vive en un pueblo desabrigado, en un territorio que se reivindica aquí en cada palabra de un lenguaje propio. Aquí hay violencia y belleza a la vez sin que esas características sean contrarias ya que, en este caso, se complementan. Una violencia sublime. Una belleza desalmada. Y el mar, ese mar temible y fascinante como un dios antiguo, un demiurgo que te traga y te escupe porque eso precisamente es lo que hace esta novela: tragarte y escupirte varias veces. «Calabobos» es un zarandeo continuo.

 

Luis Mario, su autor, es el dueño de ese mundo personal que ya demostró en su novela anterior, «Bello trozo redondo de mar». Es un escritor fresco, atrevido, valiente, que no se parece a nadie ni a nada. Y a mí, que también escribo novelas, me da envidia porque yo, y lo reconozco también, no soy atrevido ni valiente. Quizá mis circunstancias son diferentes, quizá ese no sea mi camino a seguir, quizá tenga que aprender a serlo, pero no puedo evitar pensar que a mí me hubiese gustado escribir «Calabobos» porque es una novela magnifica y por eso estoy aquí, en esta tarde lluviosa y gris, hablando de ella en este texto, porque yo, ¡cagonsos!, ya me declaro fan absoluto de Luis Mario pa siempre.

 

Y a ustedes, si llegan a leer esto, les pido, casi les exijo, que lean «Calabobos», que no tengan miedo, que se dejen llevar o mecer o mojar por la lluvia y la marea, que basta con cambiarse de ropa después si ustedes así lo desean. Eso sí, puede que luego les cueste olvidarse de este libro mitológico, incisivo y bellísimo.

 

Yo me he mojado entero leyendo esta novela. Y no sé si quiero secarme.

Volver a noticias