Un legado es algo importante. Una herencia es algo que meditar. Toda una vida en objeto, todo recuerdo en cajones. Para muchos casi todo terminara siendo basura, pero para uno ese es el mayor tesoro.
Vivimos de migajas, de la memoria infinita que nos sostiene en el hilo, de recuerdos mojados en el cojín. Juan Mayorga en su obra «La Colección» nos habla de las preocupaciones postmortem.
«Cézanne y las frutas (qué pesao)
Monet y los picnics (qué pesao)
Manet y las flores (qué pesao)
Seurat y los puntos (qué pesao)
Que si sombras, que si luces
Que si colores, que si cruces»
Las Bistecs. «Historia del arte»
Berna y Héctor buscan heredera, una protectora que custodie una colección importantísima que no debe perderse. Susana aparece como posible ahijada, un pollo perdido entre tanto lienzo y barniz. Con ellos tres vemos que la historia del arte es mucho más que penes con pincel.
Avistamos amor y muerte a través de famosos pintajes. Problemas imperiosos que se olvidan toda una vida para aparecer en el último respiro: ¿qué hacer con todo eso? ¿a quién pasarselo? Como bien dice Héctor «una herencia no es un regalo, impone obligaciones». Es por ello que Mayorga propone una cruzada en la que poseedor y heredero pelean por un fin común: conservar el patrimonio artístico.
«El falo es tendencia en todos los museos
No me quedan Euros para ver algo tan feo
Qué feo, qué feo, para ver algo tan feo
Se ha alzado una mujer y ha plantado un pino.
Cecilia es su nombre, Ecce homo, es divino»
Las Bistecs. «Historia del arte»