“Navegantes antiguos tenían una frase gloriosa:
«Navegar es preciso; vivir no es preciso».
Quiero para mí el espíritu de esta frase, transformada
la forma para casarla con lo que yo soy; vivir no
es necesario; lo que es necesario es crear.”
Fernando Pessoa
Después del Ulises de Joyce, tomemos prestado el original, el homérico, como excusa para hablar de otra obra universal, la Comedia de Dante; Divina o no, lo dejamos a la elección de Bocaccio, que para algo es el precursor del epíteto.
Encontramos a Ulises en el Canto XXVI del Infierno, en el círculo de los falsarios y tramposos, castigado por su astucia con el caballo que haría sucumbir a Troya. Pero Dante, además, nos explica que después de abandonar la isla de Circe, nada pudo retenerle en su deseo de conocer mundo, buscó conocimiento y al final naufragó y murió. Esa idea es muy común en literatura y en la religión católica, pensemos por un momento en el árbol de la ciencia, Fausto y Prometeo; el ansia de conocimiento lleva al pecado. Sin embargo, Ulises arenga a sus marineros al grito de
«Pensad en vuestro origen, que no fuisteis hechos para vivir como animales, sino para perseguir virtud y ciencia» (Comedia, Inf. Canto XXVI)
Esa idea moverá a Dante Alighieri, ese hombre del renacimiento antes del renacimiento, que exploró todas y cada una de las posibilidades que le ofrecía su creatividad en su obra magna. Dante, busca la verdad que, para él, como no puede ser de otra manera en un hombre del medievo, es Dios, y lo hace a través del arte y de la belleza.
La Comedia, más allá de la exuberancia temática y técnica que despliega, es un compendio de saberes, un sendero para llegar a Dios. Dante crea una nueva humanidad al renovar los elementos tradicionales y los elementos espirituales supeditándolos a un aspecto hasta entonces no conocido, el amor idealizado. Pero más allá de todo esto, que no es poco, es una creación que abre el renacimiento porque busca aunar espiritualidad y la belleza del arte.
Debemos tener en cuenta que la Comedia se escribió durante los últimos 15 años de la vida de su autor y mientras éste andaba por los caminos de la Toscana a causa de su expulsión de Florencia. Eso marca temáticamente la obra ya que la basa en dos frentes, por un lado, la perspectiva escatológica, es decir, el destino del ser humano después de la muerte, y por otro, realiza una lectura puntual e insistente de la más estricta actualidad de la época.
Además, con la Comedia, el autor podríamos decir que inaugura el género de la autoficción que después de él permanecerá inexplorado hasta mediados del siglo XX y que luego explotará con fuerza. En la obra, Dante es autor, narrador y protagonista y, acompañado de Virgilio, nos narra su odisea por el inframundo desde todos los puntos de vista de esa atalaya. Un poliedro maravilloso teniendo en cuenta que la obra se sitúa en el 1300.
Por último, en la Comedia queda demostrada la gran cultura que tenía Dante y el gran dominio y conocimiento que manejaba, más teniendo en cuenta que andaba con las sandalias polvorientas por los caminos del exilio y tenía pocas posibilidades de acceder a una biblioteca bien nutrida. Aun así, Dante era un buen conocedor de la esfericidad de la tierra —en contra de la Iglesia y de la mayoría de sus coetáneos— hasta el punto de dominar los husos horarios, y dominaba aspectos precisos de botánica, navegación, geología, astrología, química, anatomía, etc.
Dante, como Ulises, hace de la curiosidad y de la búsqueda de conocimiento el motor en su vida, siempre entre las tensiones políticas de su época, entre el Papa y el Imperio. A pesar de lo desgarrador que fue para él no volver a Florencia consiguió aunar todo el conocimiento del que fue capaz e introducirlo en una obra maestra, en tributo a Dios, en un momento en que la Iglesia no se caracterizaba precisamente por estar abierta a nuevas concepciones de la realidad. La crítica a la Iglesia es constante en la Comedia, hasta el punto en que pone a todos los Papas en el Infierno o en el Purgatorio, pero el texto alegórico es tal, que se convierte enseguida en un texto bendecido por la Iglesia.
Y así es como Ulises/Dante se adentra, a pesar de los peligros, en el mismo centro de Occidente, sin renunciar en el escaso tiempo que tuvo a la experiencia de conocer el mundo a través del arte. Él siempre tuvo claro, a pesar de su época, a pesar del exilio, a pesar de vivir dependiendo de la buena voluntad de amigos y extraños, que la dignidad venía de perseguir virtud y ciencia. Dante nos regaló el fruto de sus curiosidades, así como la orza sobre la que navegaría el Humanismo y el Renacimiento, la responsabilidad de dar sentido y forma a nuestras vidas, y la belleza y el arte como un medio para tal.