Por primera vez hablaré aquí de un libro que aún no he leído. ¿Atrevimiento? ¿Temeridad? ¿Exceso de confianza? No lo sé, tal vez sea una mezcolanza de todo. El libro en cuestión, que palpita como un corazón abierto encima de la mesa, ansioso, sabiendo que ya le toca el turno, es «La magia del silencio» de Florian Illies, un autor alemán de no ficción de mucho éxito en su país que llega ahora a España, por segunda vez, de la mano de la editorial Salamandra. Por lo que veo en la sinopsis de la contraportada, se trata de la biografía novelada del pintor Caspar David Friedrich, artista alemán también, uno de los máximos exponentes del Romanticismo, y su figura es el hilo conductor que atraviesa los últimos dos siglos de la historia alemana y europea. Me espera, por lo tanto, un viaje sapiencial del que espero disfrutar con deleite. El gozo y el placer.
Pero antes tal vez sea necesario repasar conceptos. El Romanticismo es un movimiento cultural originario de Alemania y Reino Unido, surgido a finales del siglo XVIII como contraposición a la Ilustración y al Neoclasicismo, anteponiendo los sentimientos a la razón. Debido a que el Romanticismo es una forma de sentir y concebir la naturaleza, así como la vida y el propio ser humano, la libertad auténtica es su rasgo más representativo. Después se esparce como una oleada por otros países europeos y se fragmenta en diferentes tendencias, sobre todo en el arte y la literatura. Una de esas tendencias literarias es, por ejemplo, el Decadentismo y eso me lleva a pensar en otra novela quiero leer: «Un alma gótica» de Jiri Karácek. Anotada está, candidata a engrosar el montón de libros pendientes.
Pero volvamos ahora a Friedrich. Él es contemporáneo de otros genios de la pintura como Théodore Géricault, Eugène Delacroix, William Turner o John Constable, entre otros, también románticos. Y este artículo podría tener su playlist particular con Beethoven, Schubert, Schumann o Chopin que vivió con George Sand en Mallorca. Y mientras escribo, otro corazón parece palpitar en una esquina de uno de los anaqueles donde anidan mis libros, el corazón de Bécquer. Ay, Gustavo Adolfo, hace tiempo que no asomo la cabeza en tus leyendas fantasmales; tú que viste nacer la novela histórica y la novela gótica; tú que te dejaste seducir por los embrujos de la época medieval como también me sucede a mí a veces.
En fin, termino aquí el artículo porque quiero empezar a leer ya «La magia del silencio». Quiero empezar ya el viaje y dejarme llevar, ser presa fácil, volar, vivir. Soy el hombre ante el libro para convertirme después en el hombre de espaldas que contempla un mar de niebla de donde emergen, como barcos de piedra que han perdido el velamen, cimas montañosas. Abro el libro y leo sus primeras frases, los primeros párrafos y entonces tengo la certeza de que todo saldrá bien, que será un buen viaje, que llegaré a buen puerto. Ya os lo contaré en la próxima saragata mía, este es un artículo en dos partes. El antes y el después.