FERNANDO DELGADO
Teresa de Jesús tuvo un gran amor: Jerónimo Gracián. Seductor, bien parecido, elocuente y dotado de excepcional inteligencia, fue su más fiel aliado en la reforma del Carmelo. Las cruentas batallas entre los carmelitas calzados y los descalzos son el telón de fondo sobre el que se proyecta la íntima amistad de la monja y el fraile. Viajes, fundaciones, procesos y cautiverios, crímenes reales o venenosas habladurías se suceden en un relato trepidante. Amena y por momentos perturbadora, Sus ojos en mí arroja luz no usada sobre el perfil más humano de la santa, rescata del olvido la fascinante figura de su adorado Gracián y describe las consecuencias que después de la muerte de Teresa y hasta su propia muerte tuvo para él la permanente mirada de ella.erónimo Gracián,