JORGE M. REVERTE
Hace sólo seis días que ha empezado el otoño y en los campos soplan tempestades revolucionarias y vientos de miedo. Un rumor de pasos africanos se acerca a Madrid. Los generales sublevados, los vencedores de Toledo, quieren tomar café en la Gran Vía y oír misa en los Jerónimos. Un cerco de muerte acecha desde Majadahonda hasta Vallecas. Regulares y legionarios atacan en la Casa de Campo y asaltan la Ciudad Universitaria protegidos por los cañones del cerro Garabitas. Allí, en las trincheras, junto a las facultades, en las salas del Clínico, les esperan los milicianos anarquistas, las brigadas internacionales, el pueblo de Madrid, hombres y mujeres anónimos que no les dejarán pasar. Durante cuatro largos meses de combate, Madrid será la patria del sufrimiento. Cuando, agotados, descansen los frentes, seguirá la batalla en el cielo. Bombas sobre Alcalá, bombas sobre el Prado, bombas sobre el Clínico de San Carlos, bombas sobre Atocha Arden las chabolas del barrio de Tetuán, arde el palacio de Liria. Una alfomb