La saragata

05 FEB

No basta al héroe su presente

Per Esther Riba Puértolas
No basta al héroe su presente

En su poema «Partituras», Antonio Jiménez Millán, escribía que él solo quería leer una ciudad, aprenderse todos los nombres de las calles. Cuando voy a Granada antes los releo, los revisito, los hago sonoros y los leo en voz alta. Regresa Lorca, García Montero, Jiménez Millán, Egea. Y cuando estoy allí «recuerdo los años que no he vivido, el frío de la ciudad que aún deseamos». Y la ciudad siempre me atrapa y creo que son ellos que me recitan mientras subo el Albaicín.

 

Los versos de Antonio resuenan hace unos días. La muerte sorprende y consigue que retumben los poemas viejos. La noticia estableció el contacto entre los que adorábamos al poeta. Para recordarle, para dar vida de nuevo a antiguas postales, para buscar todos sus libros. Cómo somos cuando muere alguien que ha escrito tantos versos de nuestros viajes, paseos y ciudades favoritas. De sueños propios, pasiones y miedos.

 

La poesía de Jiménez Millán era nocturna, como la de tantos de su generación. Noches de deseo, de pensamientos, de lunas y de copas. Nunca faltaban los amigos, aquellos con los que duraban más las madrugadas. Algunos de ellos aquí, en Lleida. Unía al granadino una relación con nuestra ciudad que hace pocos días también recordaba Txema Martínez en el diari Segre.

 

Momentos aquellos de puente entre literaturas. Cuando se diluía el idioma y se gozaba de la poesía sin más, pero con todas las metáforas. Qué disquisiciones había llegado a escribir Jiménez Millán en cuanto a la metáfora, la prosa poética, las vanguardias. ¡La poesía de la vida!

 

No me iré sin recordar la edición que coordinó el mismo Txema Martínez en DVD Editorial: Palabras de la muerte. Libro en el que traducían al poeta Màrius Torres del catalán al castellano, poetas como Pere Rovira, Vicente Gallego, Carlos Marzal o Pere Pena, entre otros. En ese prólogo, que escribió el mismo Antonio, no solo analiza la obra poética del poeta lleidatà, sino que habla sobre un Màrius desde la música, desde el amor, desde su Mahalta. Esperando ser leído en los siglos siguientes, nunca bastándole el presente. También será leído Jiménez Millán. Desde donde esté sentirá eternamente el fuego de vivir «… com d’un ocult tresor, / el capvespre sembla somriure / com l’ànima d’algú que mor».

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