El impacto, no saber reaccionar, no querer abrir los ojos para no gastar todas las fuerzas. No recordar el qué ni el cómo, ni querer saberlo. «La reina del baile», obra de Camila Fabbri publicada a finales de 2023 y finalista del Premio Herralde de Novela empieza con un golpe. Una percepción borrosa de la realidad. Un airbag que se olvida de trabajar y unas vidas que quedan colgando del volante.
La protagonista, Paulina, está perdida. Busca la desconexión para intentar encontrar una salida a su vida nublada. Gracias a Maite, compañera de trabajo y su única amiga, consigue escaparse dentro de un Peugeot 307. Escuchando canciones de amor-odio ambas se dirigen a una parcela perdida donde vive un viejo olvidado. Olvidado para los otros y para él mismo, ya que no recuerda quién es ni qué le rodea. En ese pequeño pueblecillo los días se tiñen de otra tonalidad, se quedan en pausa. Una tarde nadando entre ranas y algas aparecen Felipe y Lara, dos hermanos muy peculiares con una evolución propia de los renacuajos. Una edad anfibia que rápidamente llama la atención de Paulina. Ella y Maite reciben entonces la invitación al aniversario, no uno cualquiera, ni más ni menos que la celebración de la quinceañera. Un festejo de primeras campal y dicharachero que termina convirtiéndose en una noche llena de sombras, reclamos y purpurina. No solamente encontramos en ella soplidos que apagan la vida de algunas velas y cantos joviales, sino que descubrimos que entre el ponche habita una presencia volando en círculos como un buitre famélico de carne. Una historia llena de miedos y paternidad. Un momento de aprendizaje. Dos Felipes que poco tienen de reyes y unos fideos con mantequilla exiguos de elegancia; pero tanto uno como otro son parte del recuerdo, son parte de la infancia.
«Realmente detesto que respire este departamento, pero también lo necesito. Eso que pasa cuando algo se vuelve familiar».
Tras el impacto accidental uno de los auxiliares le susurró a Paulina: «Mamita, te diste flor de palo». Colisionando así maquinaria y naturaleza. Una reacción pura y directa. Con esta pulcritud y con esta simplicidad de la palabra Fabbri nos revive, nos cuenta una fábula de amistad y liberación llena de conexiones femeninas. Una alegoría que enmarca una realidad común en las villas de extrarradio.
«Siempre estás sola, Maite, eso nunca va a cambiar. Incluso cuando estás con alguien estás sola. Esa persona no siempre escucha lo que decís, en el fondo no le importa lo que hagas, lo que pienses, lo que digas. Existe la farsa de agarrarse de las manos, de intercambiar saliva, de chuparse el cuerpo, pero eso se termina. Estar sola es un estado natural y nadie va a quitarte eso, solamente te va a despejar de esa verdad, pero esa es la única verdad. Estamos solos, siempre, siempre».