«Para no estar donde uno está, como siempre, lo mejor es un libro»
—Martín Caparrós
Leer es vivir
«Me dijeron que me voy a morir. Es tonto: no debería necesitar que me lo digan. Pero una cosa es saber que te vas a morir alguna vez —empeñarte en olvidar que te vas a morir alguna vez— y otra muy otra que te digan que hay un plazo y ni siquiera es largo».
Así arranca Martín Caparrós su libro de memorias, Antes que nada. Como él mismo comentaba en Página Dos de RTVE, su obra está hecha de humor, ironía, compromiso, militancia y de las notas que iba tomando en su proceso de aceptación de un duelo. Caparrós cuenta que empezó a tomar notas después del diagnóstico de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) que le servían para decirse cosas que son difíciles de oír, y a partir de ahí fue un proceso natural la reconstrucción de una vida, una cierta recogida de hilo desde el presente que se desdibuja frente a él.
Las notas sobre la enfermedad, ubicadas al inicio de cada capítulo, le dan cohesión al libro y lo estructuran. Desde ese presente marcado por el diagnóstico, el autor recuerda su vida atravesada por varios hitos que le marcan profundamente.
Uno de los pilares fundamentales es la lectura, que considera el núcleo de su vida: «Es probable que nada haya hecho, en mi vida, tanto como leer […] ¿Qué habría sido mi vida sin leer?, me pregunté tantas veces y la respuesta es simple: no habría sido mi vida».
Otro eje central son los viajes, a través de ellos articula gran parte de su vida y también de su trabajo: «Entonces empezaba a entender que viajar es una máquina de producir momentos, de producir recuerdos —y que por ese vicio de no dejar que la vida se pase sin nada que anotar, intenté viajar lo más posible».
También está presente la militancia política entendida como la convicción de que un mundo mejor es posible y sobre la que reflexiona entre la esperanza y desencanto: «Es difícil creer que no todos piensen que es mejor vivir en un mundo donde nadie sufra privaciones, donde nadie acapare lo que otros necesitan, donde las relaciones entre las personas estén regidas por la solidaridad […] El único argumento contundente contra el pensamiento de izquierda es que todavía no encontró su forma de realizarse y que, al contrario, sus intentos produjeron resultados espantosos. Pero es cosa de seguir buscando, porque sus planteos son tanto más justos, más bonitos».
El trabajo es otro de los ejes que vertebran su vida. Con más de cuarenta libros publicados, Caparrós reflexiona sobre el oficio de periodismo con perplejidad ante quienes lo ejercen sin amor por la lectura: «Me sorprenden tantos que quieren ser periodistas y no leen: como un aprendiz de pianista que se jactara de no escuchar música. No se puede escribir sin haber leído demasiado; no se puede pensar —entender, organizar, hablar— sin haber leído demasiado».
El amor, por su parte, aparece con una intensidad contenida. Y finalmente, la enfermedad misma, que se impone como una realidad imperturbable: «Estamos acostumbrados a pensar la enfermedad como un camino de ida y vuelta: cuánto tiempo, cuánto esfuerzo, cuánto sufrimiento tendré que pasar hasta que esto se pase, o, dicho de otra manera, un precio que pagar para volver. Nada te prepara para aceptar que este camino no tiene vuelta atrás, que es pura pérdida».
Sin embargo, Antes que nada, está lleno de luz. Es un homenaje a la pasión por la lectura, la escritura, los viajes, la vida, porque para él es lo mismo. Entiende la vida solo a través de los libros, y leyéndolos, escribiéndolos, sigue buscando el sentido de la existencia, de la pérdida y de la belleza hasta el final.