«La vida no es buena con el hombre y lo único
que está en sus manos es encontrar una concha
para sí mismo y sus seres queridos y en ella
perdurar hasta el momento de la liberación».
Antaño es un lugar, sí, y también un tiempo. La comunidad que lo habita afronta el devenir histórico desde su concha particular, desde esa Polonia que no es Polonia. Vemos pasar los eventos más significativos del siglo XX, desde la Primera Guerra Mundial hasta la dominación soviética, desde una óptica llena de simbolismo, mitología y elementos de realismo mágico.
La novela está llena de imaginación y personajes asombrosos, profundos e inolvidables y es también un monumento al dominio del tiempo. El libro está estructurado en capítulos cortos que llevan el nombre del tiempo de cada personaje. Con ese juego, la autora, arma un poliedro de miradas y de vivencias temporales particulares, porque en Antaño el tiempo y el espacio no rigen por las mismas reglas que en el resto del mundo. Las fronteras de Antaño —«un lugar situado en el centro del mundo»— son difusas y a la vez bien delimitadas, hay veces que se pueden traspasar y otras no, algunos personajes se van, pero para otros es imposible. Un juego espacio temporal exquisito.
El argumento gira en torno a la historia de cuatro generaciones de dos familias y de cómo son zarandeadas por la Historia en mayúsculas. La Historia se sabe, se intuye, pero en realidad Tokarczuk cuenta las historias en minúsculas, las de las mujeres, las simbólicas, las familiares, las de la gente corriente, intentando que el siglo xx europeo no les borre, intentando refugiarse en una concha confortable.
Si no habéis leído nada de la autora, es una buena obra para empezar. En esta novela encontraréis todos los elementos de la literatura de la Nobel polaca maravillosamente combinados, logrando una profundidad asombrosa desde un mundo mágico.
«Un lugar llamado Antaño», de Olga Tokarczuk, Anagrama.