La saragata

15 MAY

Cuando cumplí cuarenta - Gonzalo Maier

Per Pere Mateu Tella
Cuando cumplí cuarenta - Gonzalo Maier

Compartir libros como compartir lecturas es crear nicho, crear conexión y recuerdos. Coincidir en subrayados, en páginas marcadas y en escenas concretas se convierte en una aventura, como un viaje por el monte viendo diferentes pájaros. Marcar ideas dispares y comentarlas es descubrir el sonido de un animal desconocido para el otro, es ensancharle los sentidos para que entonces vea también lo que tu percibes. La lectura compartida es eso, es abrirse totalmente en vista, olfato, gusto, oído y tacto. 

 

El otro día leí en el tren unas páginas cedidas, concretamente «Cuando cumplí cuarenta» de Gonzalo Maier. Un librillo del tamaño de un paquete de tabaco marcado a lápiz por un amigo mío cuando lo veía necesario. Solo abrirlo vi nuestra amistad volcada, conversaciones que habíamos tenido horas antes sin saberlo: la ansiedad por la no pertenencia, la problemática de un hogar que no es fijo, los insectos, las plagas, el hacerse mayor y perderse un poco en soledad…

 

Gonzalo Maier era uno de mis tan pendientes, uno que ya tenía fichado y sabía que seguramente me iba a gustar (la literatura chilena es probablemente mi favorita si se la puede clasificar como tipo). Sin decirlo ni comentarlo mi amigo se presentó con esta miniatura, con esta minúscula edición y me lo prestó «para que tengas algo que leer en el tren de vuelta». En ella se resumen cuarenta años de experiencias del autor, sus reflexiones postvivencia y sus intenciones para el futuro. Maier dice: «la novela no es más que una forma de la imaginación y la imaginación es un buen instrumento para resolver problemas, y la vida, ya se sabe, es el problema más grande de todos».

 

Para mí, una novela mejora cuando se pasa de mano en mano, cuando se comparte y comenta y, es entonces, cuando el problema más grande conocido como vida se soluciona un poco. Así con veinte años coincidimos en lo narrado por un hombre de cuarenta, en sus problemáticas, sus motivaciones y sus pensamientos más peculiares. Ahora queda vernos de nuevo y comentarlo, esclarecer estas ideas compartidas y bebernos algo para acompañarlo. Por tanto, leed, compartid con amigos vuestras lecturas y hablad de obras. Así cierran mejor: las lecturas y las heridas. 

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